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El Papa Francisco y la ecología

Escrito por + Javier Del Río Alba
                Arzobispo de Arequipa

El Papa Francisco publicó su encíclica “Alabado seas”, en la cual nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad que todos tenemos en el cuidado de la naturaleza o “casa común”.

 

En continuidad con San Juan Pablo II y Benedicto XVI, el Papa hace un análisis de la realidad actual de la humanidad y del mundo, desde la perspectiva de lo que estamos haciendo con la creación. Con la sencillez y claridad que lo caracteriza, Francisco nos recuerda que el mundo es de todos, pero que su dominio y explotación está en manos de unos pocos que, por lo general movidos únicamente por la codicia, acumulan cada vez más riquezas y consumen un mayor porcentaje de la producción mundial, convirtiéndose al mismo tiempo en los mayores generadores de la contaminación ambiental y la explotación desmesurada de los recursos naturales.

 

No sería correcto, sin embargo, afirmar que el Papa está en contra del aprovechamiento lícito y justo de los bienes de la naturaleza, ni que su encíclica configura una crítica dirigida únicamente a las grandes empresas. De hecho, sus palabras nos alcanzan a todos por igual ya que cuestionan el modelo de vida que rápidamente se va globalizando y que él denomina, con gran acierto, la “cultura del descarte” o del “usar y tirar”.

 

Esta nueva forma de vida, que promueve un consumismo desenfrenado y una velocidad cada vez mayor de las acciones humanas, contrasta con el ritmo natural de la evolución biológica y, por tanto, pone en grave riesgo el futuro de la humanidad. Desde la acumulación de residuos provenientes de las actividades de grandes empresas, hasta residuos domiciliarios que no tratamos debidamente, el Papa nos dice que “la tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (LS, 21).

 

La raíz de todo esto, nos recuerda, está en que el hombre ha dejado de lado a Dios y, como consecuencia, ha dejado de lado también al prójimo, mientras que ha puesto en el centro al dinero y ha hecho de éste un ídolo.

 

La solución, entonces, está en que recuperemos la correcta comprensión sobre Dios y el hombre, de la cual derivará aquella sobre el resto de la creación.

 

Los invito a leer la encíclica, que pueden encontrarla en las librerías católicas o por internet, y verán cuánto bien nos haría a todos recuperar una adecuada “ecología humana”.

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